LAS CIFRAS OFICIALES NO MIENTEN

El último informe publicado por la OMS sobre la situación mundial de seguridad vial, “ ratifica la priorización de los accidentes de tráfico como un problema de salud pública, dada la carga de la enfermedad, mortalidad, costes sanitarios e impacto socioeconómico que conlleva 1,2 millones de personas mueren cada año en las carreteras de todo el mundo y entre 20 y 50 millones sufren lesiones no mortales. En todos los países la pandemia mortal que los siniestros de tráfico representan sigue aumentando. Según datos de la OMS, los accidentes de trafico representan la cuarta causa de mortalidad en el mundo, y la primera en varones de entre 15 y 24 años. Por cada víctima mortal, se producen 7 heridos graves y 15 leves. La falta de concentración y distracción al volante es la segunda causa de siniestrabilidad y en gran parte de los casos se relaciona con un descanso insuficiente”.

A la pérdida de vidas humanas hay que agregarle desorbitados costos económicos que generan estas situaciones en gastos de hospitalización, rehabilitación, recursos sanitarios, gastos personales, incapacidad laboral, indemnizaciones y gastos de reparación de vehículos y red vial.

Los accidentes de tráfico son una de las principales causas de mortalidad en Sudamérica y la somnolencia es una de las principales causas de sinientrabilidad al volante.

El sueño poco reparador que se traduce en adormecimiento y fatiga, son aliados mortales para los conductores, con una cifra alarmante hasta en el 40% de accidentes de tráfico que se producen en nuestro país.

El SAHS es el trastorno del sueño más peligroso y mortal al volante. Las personas que lo padecen creen haber dormido bien, sin embargo no es así su descanso de ha visto interrumpido sucesivamente por episodios de pausas respiratorias llamadas apneas del sueño y micro despertares que contribuye a que el tiempo de descanso sea de pésima calidad. Aquellas personas que lo padecen refieren somnolencia diurna excesiva y fatiga contante sin justificación.

“Un estudio demostró que los accidentes provocados por conductores somnolientos son cuatro veces más letales que los causados por la conducción bajo los efectos del alcohol. La persona ebria reacciona con lentitud de reflejos, torpeza y falta de pericia, pero el conductor dormido, no llega a reaccionar”.

Es importante concientizar a los conductores profesionales, ocasionales y al personal en general (fábricas, minas, instituciones)  que la apnea del sueño en la actualidad está considerada como una enfermedad grave y que existen tratamientos eficaces como las férulas intraorales Antironquidos DRUM Apnea® comprobadas clínica y científicamente  que reduce un 70% – 90%  los ronquidos y la apnea obstructiva del sueño.

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APNEA Y SINIESTRALIDAD

Una de las consecuencias más significativas de la apnea es la fragmentación del sueño, esto hace que la persona se despierte con la sensación de no haber descansado, aún cuando no se acuerde de haberse despertado (sueño poco reparador). Dichas personas suelen sentir dolor de cabeza al despertarse ( que mejora al pasar unas horas ) así como sequedad en la boca. Al transcurrir el día se siente cansado constantemente y nota somnolencia en situaciones sedentarias. Esto representa un riesgo muy alto para la sociedad ya que estas personas suelen tener un índice mayor de accidentes de tránsito (hasta 7 veces superior al de la población normal), accidentes laborales y percances domésticos.

Aparecen también cambios en el estado de ánimo como irritabilidad, depresión, alteraciones en el rendimiento, o pérdidas de la capacidad de concentración y memoria.

Cuyas empresas tienen un número muy alto de roncadores sin diagnóstico ni tratamiento estas disminuyen hasta un 30% su capacidad de productividad diaria (bajo rendimiento laboral) y aumentan hasta un 50% los riesgos de sufrir accidentes viales, accidentes laborales y percances domésticos.

La mayor parte de los trastornos del sueño cursan somnolencia en su descripción clínica con niveles inhabilitantes para la conducción. Los accidentes de tráfico son un problema social de primer orden y económico por las consecuencias que conlleva el sufrimiento humano y las pérdidas económicas. “La somnolencia es equiparable al consumo de alcohol, drogas y el exceso de velocidad en su nefasta injerencia en la conducción”.